domingo, agosto 31, 2008

DEXTER: Cover Killer

regresa
el asesino mas confiable de todos
el asesino en serie mas querible de todos
temporada 3
en septiembre




sábado, agosto 30, 2008

pronto: en tu pagina web favorita



columna de ayer del Wikén...
ideas q me andan rondando...
quizás lo ideal seria estrenar en una o dos salas
en digital, o hasta en 35mm, pero q esas salas tengan algo parecido a un publico cautivo. Y, no sé, al mes, o menos, irse a VOD para luego, muy rapido, poder descargarlo. Quizás si una peli logre mas de un número X de descargas, se podría cobrar-- a una pagina ligado a un medio o al cable o hasta un producto comercial...

no tengo nada claro: solo que si uno no es hollywood ni hace filmes hollywoodenses
entonces no deberia tratar de financiar, estrenar y distribuir como una cinta de Hollywood. Y si eso implica tener poco público pero libertad, la idea de
prescindir de la pantalla blanca, o de solo pasar por ella, casi como un rito o un saludo, me parece que no es un costo tan grande, sobre todo cuando eso es lo que sucede de todos modos: pasar apenas x las pantallas de los malls


Viernes 29 de Agosto de 2008
La obsesión de la pantalla grande

por Alberto Fuguet

¿Es necesario estrenar en cine? Descargo vía VTR.com Los debutantes y pienso: 199 recetas para ser feliz, la nueva de Waissbluth, que se anuncia en esa misma página, ¿no podría estrenarse directamente en la red? ¿Sería considerado un fracaso, un error, un experimento?




No tengo claro como se financiaría, pero es altamente probable que podría llegar a mucha gente. Quizás más que los escuálidos números que están yendo a las salas tradicionales. Es probable que no ocurra. Es complicado y hasta antinatural que un cineasta quiera saltarse todas las ventanas anteriores, con más prestigio y, claro está, innegables oportunidades económicas. O apuestas. Porque todo al final se está volviendo una apuesta.

De nuevo: ¿es necesario estrenar en el cine? Me lo he estado preguntando durante estas semanas y ahora que concluyó el Sanfic, con mayor frecuencia. ¿Puede haber cine o, más precisamente, películas sin que pasen por el cine? ¿Narrar audiovisualmente implica usar el 35 mm y proyectarlo? ¿El cine que importa es el que está en las pantallas? ¿Son Mansacue, Lokas y Che Kopete filmes porque se estrenaron en varias salas de cine? Grandes filmes que sí están en fílmico, y pasaron por el Sanfic, aún así no se estrenarán, punto. ¿Veremos En la ciudad de Sylvia? ¿Luz silenciosa? ¿Liverpool?

Los festivales son, al final, un lujo para los cinéfilos que desean ver una rareza en pantalla antes de volver a sus hábitos de "verlo todo" en dvd o directamente en digital a través de sus computadores. ¿Querrá un director debutante saltarse la experiencia del cine y estrenar directamente en la red? La calidad de una cinta no tiene nada que ver con la cantidad de gente que la va a ver, pero es un agrado cuando una película digna, o francamente buena, sí la ven muchos. ¿Vale la pena intentar luchar, empujar y asesinar por llegar a este mall llamado los cines que, a la hora de la verdad, no tienen problema en tratar las cintas, sobre todo las locales, como trozos de pavo ahumado? ¿Entonces por qué los directores se someten a esta tortura? El querer llegar a la pantalla ancha tiene que ver con el prestigio, el honor, la experiencia de proyectar a oscuras ante un público, la cosa romántica, el poder recolectar prensa y la posibilidad de. Pero todos saben que, al final, el destino natural de todo filme es, mal que mal, el dvd y la pantalla chica (aunque ahora puede ser ancha y en digital).



Preguntas que me hago mientras veo la última y lamentable película de Wong Kar Wai en mi ordenador, me prestan Control de Corjbin y capto que me perdí El brindis y que La buena vida no la estaban exhibiendo a la hora que podía ir. Es cierto: cintas como la nueva de Carlos Reygadas no fueron hechas para la pantalla chica pero todos, partiendo por él, saben que ése es el nuevo lugar donde se ven. Nos guste o no.

links ad-hoc:

www.hillmancurtis.com


http://vtr.com/especiales/losdebutantes/index.html

domingo, agosto 24, 2008

en la ciudad de sylvia


mañana lunes, último día de Sanfic, exhiben un gran gran y extraña pero cautivante película. Diría que experimento, pero me parece que eso es una falta de respeto; diría, tb, un poema visual, pero eso suena peor...

no sé lo que En la ciudad de Sylvia pero sí sé que me encantó-fascinó-cautivó-embriagó-provocó. Esta cinta corta, del "documentalista" catalán José Luis Guerin, estira las cuerdas en varios ámbitos y sale victoriosa. Triunfa y te remece y como dijo el otro día Héctor Soto en Talca,
te obliga a ver la vida de otro modo.

Se puede poner en jaque muchas cosas de En la ciudad de Sylvia pero esa fue la idea: no hay mucha historia, no hay acción, no hay mucho diálogo pero...
pero y qué..


Suerte de Antes del atardecer muda y autista, o quizas un primo urbano de Terence Mallick (si Mallick filmase ciudades y chicas, ¿filmaría así?) esta cinta tiene todo lo que ahora está de moda y sin embargo no parece ni pedante ni ondera ni estirada ni tiene olor a festival de cine europeo chico. Sí tiene olor a ciudad europea chica -Estrasburgo, Francia- y viéndola uno recuerda desde Bresson a Rohmer a Truffaut, todo en uno.

Pocas veces una cinta chico conoce chica (¿chico pierde chica? ¿chico sigue a chica?)
ha dado tantos frutos. 84 minutos donde uno ingresa a una ciudad, a la mente de él y se enamora de ella (Pilar López de Ayala). Una de las mejores cintas que he visto acerca de la arquitectura, del acto de dibujar como monólogo interior y, sin duda, uno de los mejoras películas acerca de los vestidos de verano de las mujeres.


Me llegó desde Lima este dvd y la verdad es que ha sido un gran regalo: hay películas que te llenan de ideas, que te dicen que hay nuevos caminos que recorrer, y esta es una de ellas. Quizás no es casualidad que fue hecha por un documentalista

eso
grande

sábado, agosto 16, 2008

educando a jesse: The Film Club

columna de ayer feriado
llueve



Viernes 15 de Agosto de 2008

Educando a Jesse:
Criado por el cine




Hace unos años escribí una novela llamada Las películas de mi vida y mientras la iba escribiendo, a partir de las películas que sí eran mis favoritas, tuve la mala idea de enviar un mail a una cincuentena de personas preguntándoles cuáles eran sus películas favoritas, y para mi sorpresa, todos me respondieron, con lujo de detalles, y nadie me citó a Antonioni o Tarkovsky o Bela Tarr, ni siquiera a los más accesibles Woody Allen o Truffaut. Casi todas las respuestas tenían más que ver con la infancia, con los padres o las amistades o amores primerizos, y todas la cintas, a nivel estrictamente crítico, dejaban mucho que desear o, al menos, no estaban dentro del "canon" ni menos del "nuevo canon".

A medida que fue llenándose mi casilla de correo, capté que estas cintas, que para otros fueron clave, tenían que ver con su educación sentimental y con sus padres. Quizás la respuesta que más me impactó fue La venganza de los nerds 2. ¿Por qué? Porque fue la última película que vio con su padre antes de que éste muriera. Todo esto me hizo destrozar–borrar todo lo escrito, desechar al narrador y captar que más que un paseo por el ex–cine arte Normandie, debía escribir acerca de esas cintas que uno no elegía sino simplemente veía.

Acabo de terminar una fascinante y entrañable memoria cinéfila llamada The Film Club, de David Gilmour, un crítico de cine canadiense. Lo curioso es que el libro no es acerca de las películas de su vida ni una recopilación de sus críticas. En rigor, David Gilmour nunca logró ser un gran crítico y su deseo de ser novelista terminó cuando publicó un par de novelas que nadie leyó ni criticó.



En un minuto de su vida, a Jesse, su hijo mayor, de 15 años, de su primer matrimonio, le está yendo pésimo en el colegio. Lo van a expulsar. Después de mucho pensarlo, Gilmour decide educarlo en casa y, al no ser un gran experto en nada más que en cine, opta por obligarlo a ver –juntos– una película diaria. Todo, claro, es un engaño: el padre no quiere que el hijo sea un cinéfilo recalcitrante o futuro profesor de cine. A través de las películas (desde Chungking express de Wong Kar-Wai a Showgirls de Verhoeven) conversan. Se conectan. Discuten. Hablan acerca de las opciones que tomó tal o cual personaje. Le muestra el mundo: cine italiano, francés, oriental. Jesse empieza a entender que el cine que importa y el cine que no, es a la larga, siempre sobre la condición humana. El chico al final se salva, crece y se educa. Termina yendo a la universidad.

El cine al parecer sí puede educar. Lo que el cine no puede hacer, eso sí, concluye el padre, es detener el crecimiento. Mientras más cine le muestra, más desea el hijo conocer el mundo real. El libro termina con el padre re-viendo todas las cintas que vio con Jesse y, de paso, escribiendo esta entrañable historia que quizás a todo cinéfilo le hubiera gustado vivir.

lunes, agosto 11, 2008

Soto en Lima--vida crítica se lanza hoy en CCPUCP


el presidente del jurado de la crítica en el Festival de Lima, don Héctor Soto, presentará
su gran libro en Lima, en pleno Zona Cero del festival. Poco a poco, aumentan los fans y los seguidores de Soto. Desde Buenos Aires a Santiago y todo Chile (pronto: una charla en vivo
en Talca, en la Univ del Maule) y ahora al norte a una ciudad tan cinéfila como Lima, tierra de Hablemos de cine y de algunos de los mejores locales de dvds del continente (Polvos Azules)


los q están en Peru (y en Chile) les recomiendo este libro q siento es uno de los mejores que he hecho: Una vida crítica de Héctor Soto. Pronto estará disponible tb en Argentina.

lamento haber ido tan poco a Lima y x tan pocos días pero...
espero volver pronto x allá con un largo o un corto o...

sábado, agosto 02, 2008

ruinas... un nuevo clip


a partir del nuevo tema homónimo de Shogún
(Heyne y compañía)

Ruinas
filmado en Oeste norteamericano

pronto...
en apuntes autistas, el host en ciernes, en camino.

viernes, agosto 01, 2008

hijo del cine-cinéfilo


columa de hoy, viernes, del Wikén
--suerte de primera parte
de un combo, part 2 en dos semanas

Fuera de foco:

Cinéfilos: hijos del cine

por Alberto Fuguet

Me lo dijo Isaac León Frías, el legendario crítico de cine peruano, en la presentación limeña de su libro de cine Grandes ilusiones: “los cinéfilos somos generosos”. Me lo dijo así, en plural, y se refería a él y a su gente, y a todos los presentes en la sala pero también a todos los cinéfilos en Perú, y a todos los milones que existen en el mundo, los que están en las salas, en los clubes de videos subterráneos, a los que leen revistas de cine o son surfistas digitales que navegan la red de trailer en trailer, de comentario a comentario, de blog en blog, de torrent en torrent.
¿Somos los cinéfilos generosos?

¿Son generosos los fanboys, esos cinéfilos adictos y militantes que defienden con toda justificación aunque quizás con algo de sobregiro El caballero de la noche y otros superhéroes como si se tratan de miembros de su propia familia? Supongo que sí. Por cierto que sí. Quizás éstos últimos más que nadie (“no nos toquen lo poco que nos queda”) al final son todos los que sienten que el cine (o, ahora, “la pantalla”) es un gran lugar donde perderse para luego salir motivado.


Según León Frías la generosidad no va por el lado de donar dinero a ciertos causas o a hacer mucho trabajo social (al revés: quizás los cinéfilos nos falta cierta consciencia social) sino que es generosa en el sentido que no concebimos la experiencia de ir al cine sino se comparte ya sea de forma ligera (un comentario al pasar por teléfono o chat) o ya, de manera más elaborada, en críticas o blogs o artículos o podcasts. Si no se cuenta-comenta-alaba-destroza con otro, no vale. De ahí que, en un principio, surgió el cine-club (sitios de cinéfagos y enfermos de cinesífilos, según Caicedo, el mártir de los cinéfilos) y luego las revistas de cine que mutaron, naturalmente, en blogs o páginas web especializadas. La cinefilia sería, por lo tanto, es el pegamento que une a un grupo de personas que, sin el cine, no serían amigos ; no tanto porque no se llevarían bien sino porque es a través del cine que se atreven a conversar del mil cosas. El cine es la excusa pero también es el medio y, sin duda, la meta.


Héctor Soto sin duda está de acuerdo y el libro Una vida crítica no sólo es un éxito acá sino ya está encontrado fans en otros sitios, partiendo por Argentina y en la revista más cinéfila pero militante de todas: El Amante. Soto piensa parecido a León Frías y, supongo, todos los cinéfilos piensan más o menos igual; unos lo articulan mejor que otros, no más. Soto también cree que el acto de ver y comentar cine es de generosidad y que si bien la cinefilia es una manera de huir del mundo también lo es para “conectarme y descubrir el mundo”. Cito a Soto: “la percepción de un filme queda incompleta si no la cierra una pequeña discusión, un vago intercambio de ideas entre amigos o la lectura de un artículo que saque nuevas resonancias de la cinta”.

En su libro Soto sostiene que, tal como se fijó el crítico francés Serge Daney, que el es un cinéfilo pero más que nada es un hijo del cine. Los franceses inventaron este “perversión-adicción” y la palabra cinéphile es tan ambigua como precisa y compleja: amor al cine pero, fonécticamente, suena a cine-fils, es decir, hijo del cine.