sábado, agosto 16, 2008

educando a jesse: The Film Club

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Viernes 15 de Agosto de 2008

Educando a Jesse:
Criado por el cine




Hace unos años escribí una novela llamada Las películas de mi vida y mientras la iba escribiendo, a partir de las películas que sí eran mis favoritas, tuve la mala idea de enviar un mail a una cincuentena de personas preguntándoles cuáles eran sus películas favoritas, y para mi sorpresa, todos me respondieron, con lujo de detalles, y nadie me citó a Antonioni o Tarkovsky o Bela Tarr, ni siquiera a los más accesibles Woody Allen o Truffaut. Casi todas las respuestas tenían más que ver con la infancia, con los padres o las amistades o amores primerizos, y todas la cintas, a nivel estrictamente crítico, dejaban mucho que desear o, al menos, no estaban dentro del "canon" ni menos del "nuevo canon".

A medida que fue llenándose mi casilla de correo, capté que estas cintas, que para otros fueron clave, tenían que ver con su educación sentimental y con sus padres. Quizás la respuesta que más me impactó fue La venganza de los nerds 2. ¿Por qué? Porque fue la última película que vio con su padre antes de que éste muriera. Todo esto me hizo destrozar–borrar todo lo escrito, desechar al narrador y captar que más que un paseo por el ex–cine arte Normandie, debía escribir acerca de esas cintas que uno no elegía sino simplemente veía.

Acabo de terminar una fascinante y entrañable memoria cinéfila llamada The Film Club, de David Gilmour, un crítico de cine canadiense. Lo curioso es que el libro no es acerca de las películas de su vida ni una recopilación de sus críticas. En rigor, David Gilmour nunca logró ser un gran crítico y su deseo de ser novelista terminó cuando publicó un par de novelas que nadie leyó ni criticó.



En un minuto de su vida, a Jesse, su hijo mayor, de 15 años, de su primer matrimonio, le está yendo pésimo en el colegio. Lo van a expulsar. Después de mucho pensarlo, Gilmour decide educarlo en casa y, al no ser un gran experto en nada más que en cine, opta por obligarlo a ver –juntos– una película diaria. Todo, claro, es un engaño: el padre no quiere que el hijo sea un cinéfilo recalcitrante o futuro profesor de cine. A través de las películas (desde Chungking express de Wong Kar-Wai a Showgirls de Verhoeven) conversan. Se conectan. Discuten. Hablan acerca de las opciones que tomó tal o cual personaje. Le muestra el mundo: cine italiano, francés, oriental. Jesse empieza a entender que el cine que importa y el cine que no, es a la larga, siempre sobre la condición humana. El chico al final se salva, crece y se educa. Termina yendo a la universidad.

El cine al parecer sí puede educar. Lo que el cine no puede hacer, eso sí, concluye el padre, es detener el crecimiento. Mientras más cine le muestra, más desea el hijo conocer el mundo real. El libro termina con el padre re-viendo todas las cintas que vio con Jesse y, de paso, escribiendo esta entrañable historia que quizás a todo cinéfilo le hubiera gustado vivir.