lunes, diciembre 24, 2007

un viticultor que filma: la fórmula Coppola


Coppola estrenó hace unas semanas en el hemisfero norte Youth Without Youth, su película rumana, pero en inglés, con Tim Roth y Bruno Ganz, y como al hombre le gusta el riesgo, la tiró en medio de la temporada de “blockbusters de arte”. A pesar que lleva poco tiempo en unas pocas salas, el veredicto ya está claro: ha sido un desastre comercial y crítico


Esto tampoco es algo nuevo para Coppola: que sus cintas no ganen dinero o que sean masacradas. Recordemos algunos de los fracasos de Coppola: One From The Heart; Jardines de piedra; Rumble Fish; Tucker.

Lo curioso –lo bueno, lo sano- es que esta vez no le importa.
No le incomoda.
No está arriesgando su carrera, ni a su familia, ni su cuenta bancaria.
No va a perder todos sus ahorros ni menos su estudio.

Ya no tiene un estudio: tiene una marca, un logo, una moral llamada Zoetrobe, pero ya no tiene decenas de secretarias y eléctricos ni bodegas llenas de vestuario. Ahora entiende que su lugar es Napa y que Hollywood es donde, a veces, se cierran negocios. Esta la filmó en Rumania, no sólo porque el autor de la novela era rumano, sino porque le salía menos y podía acceder a subsidios europeos. La próxima, Tetro, la hará al lado, en Buenos Aires y si eso implica después abrir un hotel boutique en Palermo, todo bien. Un bueno hotel, aunque sea caro, no le hace daño a nadie; es más, puede brindarle placer a los que alojan. Hacer una mala película es mucho más tremendo: es más público, más agotador (todas esas horas creativas, todas esas horas punto), mas desgastante.

Y algo no menor: una película mala, una película falsa, una película vacía, le hace perder dos horas a alguien que confió. La gente tiene todo el derecho de sentirse estafado.

Nadie tiene tantas expectativas con una botella de vino o un cuarto de hotel.

Y a esto quiero llegar, esto es lo que me mueve para escribir este post y postearlo hoy, 24, Navidad. No he visto Youth Without Youth y reconozco que le tiengo cierto miedo y aprehensiones. Pero tampoco puede ser mala. Como dice un amigo, debe ser mucho mejor que las mejores de muchos cineastas mediocres y poco cinéfilos que circulan por ahí y por aquí.

Sin duda.

Un Coppola extraviado es mejor que, no sé, un Cronenberg encontrado.
Coppola, joder: el hombre que hizo los saga de los Corleone.


Pero aún así admito que Youth Without Youth, por lo que he visto y leído, está “rara”. Es cierto que no es primera vez que Coppola juega con el tiempo: Peggy Sue Got Married era, en el fondo, acerca de tiempo, de la edad, de esa tragedia que es que la juventud es desperdiciada en los jóvenes, como dijo alguna vez Bernard Shaw. Es posible que Youth haya sufrido eso que le sucede a los artistas que filman o escriben poco: tratar de llener con muchas cosas (en este caso, temas existenciales) una canasta que quizás no aguante tanto peso.

Pero nada, la veré cuando pueda. Ya se verá.

Pero lo que me tiene contento, lo que me tiene inquieto, la razón por la cual siento que Coppola me ha hecho un regalo, y me ha abierto los ojos, no es por la película en sí sino porque la promoción lo ha puesto de nuevo en los medios y ha vuelto a hablar.

Y me ha gustado lo que ha dicho.
Me ha hecho pensar.


Sucede que Coppola, que no había estrenado un filme en 10 años (la eficaz pero industrial y anónima The Rainmaker basada un bodrio de Grisham) ha logrado salir adelante de sus desastres económicos cinematográficos y ahora tiene dinero.
Bastante dinero. Mucho.
Más que suficiente para vivir y, lo que es más importante, Coppola tiene suficiente para FILMAR sin pedirle permiso a nadie. Sin tener que esperar un sí de otros.

Lo dice él:

“si no gasto más de 15 a 17 millones por película, puedo financiar una cinta personal, donde yo soy el total dueño, cada dos o tres años. Si pierdo todo, bien. Si recupero algo, mejor, pues se irá al fondo de la otra”.

Coppola lo ha dicho ya varias veces: el ya no vive del cine.

No necesita del cine para sobrevivir ni menos le pide al cine dinero para vivir como quiere vivir.

No quiere lucrar, no quiere pedirle a su arte que lo mantenga. Para eso están los viñedos y el vino; la cadena de hoteles boutique en Centroamérica; y, claro, los royalties que le deben llegar de algunos de sus otroras fracasos que, con el tiempo, se han transformado no sólo en clásicos sino en cintas rentables.

Años atrás, bastantes, entré me escapé una tarde en que me tocaba una clase de periodismo donde no aprendía nada y me fui al cercano Normandie (hoy el dilapidado Cine Arte Alameda) a ver el estreno del día: La ley de la calle. La vi dos veces seguida, lomito de la Fuente Alemana entre medio. Esa noche llegué a mi casa y escribí el primer cuento que finalmente fue publicado.


Coppola no sólo me había emocionado, impactado e identificado sino que sentí que estaba dando una receta, un regalo: puedes tocar temas prosaicos, o menores, pero la clave es como los tocas. Para hacer arte, lo importante no es el tema sino como te acercas a ese tema, cuán cercano estás a ese tema y cuando profundizas. Se podía filmar o escribir acerca de, digamos, pandilleros adolescentes y hacer arte. No necesariamante había que ser donosiano como decía Donoso en su taller. Donoso me había dicho que no tenía temas artísticos en mí y que no tenía cultura.
Entonces llegó Coppola y me largué, para bien o para mal.
Por eso estoy agradecido a FFC.

Ahora llega esta cinta y siento que Coppola está enviando señales:

sé realmente independiente; no le pidas al cine lo que no te puede dar; no trates de vivir del cine; de hacer cine que pueda lucrar; tratar de buscar el dinero en otra parte (en vinos, en hoteles, en periodismo, en libros, en una fuente de soda, haciendo clases, repartiendo pizzas, no sé).

Creer el cuento que hacer cintas comerciales o publicidad para luego financiar las otras no resulta. No es el modelo. Al menos no por estos parajes. Sobre todo cuando captas que lo comercial rara vez resulta comercial.

Coppola vivió en carne propia la megalomanía y le fue mal, muy mal, haciendo cine para vivir o para pagar sus deudas. Por eso cuando un ve gente talentosa o digna haciendo mierda que no resulta no hay que sorprenderse: no podía resultar. El decir que hago esto o lo otro por la plata es mentirse porque, uno, generalmente ese dinero no es tanto dinero (sobre todo acá) y dos, todo aquello artístico que no es realmente tuyo termina por dañarte. Coppola sabe y ha admitido que cintas como Dracula o Jack o The Rainmaker le dieron algo de dinero pero nada, nada más. Y le dañaron su carrera.

Coppola ha dicho q si va a arruinar su carrera, será con cintas suyas, propias.

Y nada, eso.

Aquí dejo algunas citas de Coppola.
Pero la que más me retumba es esta:

"I think in my heart I've always been an independent filmmaker," he says. "Oddly, and very strangely, I became wealthy in other businesses… In a sense, everyone who buys a bottle of Coppola wine is my executive producer and makes it possible for me to pursue other movies that I feel passionate about — that I love — and that I make irrespective of whether they'll be commercial or not."


Es el vino, algo que yo alguna vez critiqué (“por qué no abandona los vinos y se dedica a filmar, por la puta”) lo que le permite hacer cine.
Bendito ese vino.

Coppola aprendio que vendiéndose al cine o a la tele no sirve porque solamente te juega en contra.

Creo que en Chile, donde hay buenos vinos, no venden vinos Coppola,
pero cuando esté en Los Angeles el próximo año compraré vinos Coppola y pensaré:
qué bien; soy uno de los productores de Coppola.

eso
es navidad y en eso pienso: en el vino y en la fórmula Coppola
y quizás la clave es no tener industria o no pertenecer a ella.

Necesitas del vino.

¿De donde sacas el vino? Eso no lo sé.
Cada uno tiene que encontrarlo.

Algunas citas mas de don Francis Ford;

"Making wine and food is my profession," Francis Ford Coppola said during a speaking engagement before a Boston audience, "Making movies is my avocation. Other elderly men play golf. I make art films."

"Like its leading character, Dominic, I was tortured and stumped by my inability to complete an important work. At 66, I was frustrated. I hadn't made a film in eight years. My businesses were thriving but my creative life was unfulfilled."

"The career that I wanted, that I didn't have, was to be a personal filmmaker who wrote his own scripts and made films in an exploratory, experimental way."



“You know, real movies that are about ideas and feelings and real things and not just to make a lot of money to make the same film over and over and over every time. Plus I also felt that the cinema itself can change. Who said that all the ideas of how you tell a story or express the cinematic language were all in the silent era? Why aren’t there new ideas that are changing the language of film now? It’s partially because film is much more controlled. In those days guys went out and made movies and no one knew what a movie was so if they wanted to invent the close shot the producer wasn’t going to argue with him. Today, what is he doing? We want to make money on the film. We can’t just make experimental films”.



“I don’t do what I do to make money, although I’ve made tons of money. I never tried to make money. I never tried to be a success. I always tried to do films of things I love and when I got in trouble, when I owed all that money after
One From The Heart, I ended up having to make a movie every year to get the check so I could give it to the bank”.

"I did feel frustrated," he admits, "but it was a more personal artistic frustration. I just thought, 'What kind of career can I have at this point?' I didn't want to be a Hollywood director. I don't think anybody wanted me. I had done, for 10 years, to pay off the debt, one movie after another – from age 40 to 50. I wanted to make personal films, but nobody particularly wanted to sponsor me to do that. I didn't know where my place was."

"In a funny way, I taught Sofia how to make a low-budget film," he says. By the time she made her second film,
Lost in Translation, Coppola cut himself loose from Megalopolis and decided to follow suit. "I did say, 'Well, Sofia went off to Japan to make Lost in Translation on a lower budget; certainly I can.'"