mundos apartes...y sueños distintos
MALTA con HUEVO ya se estrenó y está en los cines desde el jueves pasado (y luego de haber pasado por 3 festivales y no pocos preestrenos). El trabajo se hizo bien y en las salas la gente se rie y la pasa bien. Ojala vaya mucha gente a verla pero algo me dice que ya es un éxito en el sentido que MALTA CON HUEVO ya logró transformarse en parte de la agenda, del inconsciente pop nacional. Esa era la idea.
Creo que la gente que ha estado yendo a los cines ha visto algo distinto, fresco, en nuestra cinematografia. He leido las críticas, casi todas positivas, y los blogs, he visto los comentarios y la entrevistas en la tv, me ha tocado escuchar lo que han dicho en las radios, y estoy muy satisfecho con el apoyo y, sobre todo, con los comentarios
Nos quedo buena y, algo que no siempre sucede, la mayoria de la masa critica está relativamente de acuerdo.
Hoy en La Nacion Dominical viene un divertido articulo al director, Cristóbal Valderrama (lo llevaron a tomar a un bar llamado
FAR WEST) y una crítica que creo q resume lo que han dicho muchos. Aqui, además, compara el filme con Casa de Remolienda, que tb está en cartelera: interesante analisis y el tipo de critica que uno desea tener. No porque sea cien por ciento buena sino porque es inteligente, creativa y certera.
aqui va:
Para quitar la caña
Por Leonardo Miranda
La Nacion Dominical ---9 Sept 07
Hace una semana se estrenó "Casa de Remolienda", siete días después llega a las pantallas "Malta con huevo". Si la primera hace reverencias a la vida de campo, con prostitutas y una imagen anquilosada del pasado, "Malta con huevo" le prende velas a la adolescencia en todo su esplendor: saltos temporales, lenguaje de mensaje de texto, personajes delirantes. Pero entre una y otra hay una gran diferencia: las expectativas de los directores. Eyzaguirre dirige la película que todo director sueña con hacer (grandes paisajes, grandes historias, gran despliegue escénico) y el debutante Cristóbal Valderrama, por el contrario, hace la película que le gustaría ver después del colegio.
Esas dos opciones conviven en las mismas salas de cine y sus públicos serán diametralmente opuestos, tan dispares como el vino y la malta, aunque no extrañaría que a ambas les vaya igual de bien y que los espectadores salgan satisfechos. Pero la mecánica es diferente, y no es que "Malta con huevo" sea excepcional, se hiperventila a ratos y se pierde en su propio absurdo, pero funciona como diversión porque no tiene ambiciones altruistas, sólo quiere ser la película para ver con un copete en la mano, poniendo stop y riéndose de chistes bizarros.
En la cinta se unen dos historias, la de Vladimir (Diego Muñoz) un escultor chanta, flojo y patudo y Jorge (Nicolás Saavedra) un perno, trabajólico y dominado por su novia sadomasoquista (Javiera Díaz de Valdés), unidos sólo por la coincidencia de mudarse a la misma casa y el amor por la malta con huevo. Hasta ese punto la historia perfectamente sería una comedia de dos chicos en un departamento de soltero, pero Valderrama divide la cinta en dos, primero el enfoque de Vladimir, que incluye saltos en el tiempo y luego desde el delirio de Jorge, que resulta ser un maniático con compulsiones asesinas.
Valderrama le hace completo honor al brebaje proteico, mezcla en la juguera todo un despliegue de referencias cinéfilas de pleno gusto juvenil: gore, cine fantástico, splatter, gags y comedia negra, que usa como técnicas para narrar sus enfoques. Si en la primera parte vemos a Vladimir tratando de pasarse de listo, el tono que elije el director es de comedia fantástica, colorinche, con reminiscencias de cintas pop como "Volver al futuro", pero cuando toca el turno de mostrar la realidad "paranoica" de Jorge, Valderrama opta por el gore, el cine negro y toques más oscuros.
Es en este quiebre cuando la cinta se desarma un poco, y todo el humor -inteligente a pesar de ser obvio- de la primera parte, acaba por querer explicarse a punta de voz en off y cierres forzados. Sin querer se le acaban las sorpresas y el esperpento, lo que deja la sensación que le sobran escenas. Pero si algo se le puede reconocer a "Malta con huevo" es que sirve para quitar la caña y salir del cine con la potencial idea que con más psicotrópicos y menos academia las películas chilenas tienen algo nuevo que contar.
Creo que la gente que ha estado yendo a los cines ha visto algo distinto, fresco, en nuestra cinematografia. He leido las críticas, casi todas positivas, y los blogs, he visto los comentarios y la entrevistas en la tv, me ha tocado escuchar lo que han dicho en las radios, y estoy muy satisfecho con el apoyo y, sobre todo, con los comentarios
Nos quedo buena y, algo que no siempre sucede, la mayoria de la masa critica está relativamente de acuerdo.
Hoy en La Nacion Dominical viene un divertido articulo al director, Cristóbal Valderrama (lo llevaron a tomar a un bar llamado
FAR WEST) y una crítica que creo q resume lo que han dicho muchos. Aqui, además, compara el filme con Casa de Remolienda, que tb está en cartelera: interesante analisis y el tipo de critica que uno desea tener. No porque sea cien por ciento buena sino porque es inteligente, creativa y certera.
aqui va:
Para quitar la caña
Por Leonardo Miranda
La Nacion Dominical ---9 Sept 07
Hace una semana se estrenó "Casa de Remolienda", siete días después llega a las pantallas "Malta con huevo". Si la primera hace reverencias a la vida de campo, con prostitutas y una imagen anquilosada del pasado, "Malta con huevo" le prende velas a la adolescencia en todo su esplendor: saltos temporales, lenguaje de mensaje de texto, personajes delirantes. Pero entre una y otra hay una gran diferencia: las expectativas de los directores. Eyzaguirre dirige la película que todo director sueña con hacer (grandes paisajes, grandes historias, gran despliegue escénico) y el debutante Cristóbal Valderrama, por el contrario, hace la película que le gustaría ver después del colegio.
Esas dos opciones conviven en las mismas salas de cine y sus públicos serán diametralmente opuestos, tan dispares como el vino y la malta, aunque no extrañaría que a ambas les vaya igual de bien y que los espectadores salgan satisfechos. Pero la mecánica es diferente, y no es que "Malta con huevo" sea excepcional, se hiperventila a ratos y se pierde en su propio absurdo, pero funciona como diversión porque no tiene ambiciones altruistas, sólo quiere ser la película para ver con un copete en la mano, poniendo stop y riéndose de chistes bizarros.
En la cinta se unen dos historias, la de Vladimir (Diego Muñoz) un escultor chanta, flojo y patudo y Jorge (Nicolás Saavedra) un perno, trabajólico y dominado por su novia sadomasoquista (Javiera Díaz de Valdés), unidos sólo por la coincidencia de mudarse a la misma casa y el amor por la malta con huevo. Hasta ese punto la historia perfectamente sería una comedia de dos chicos en un departamento de soltero, pero Valderrama divide la cinta en dos, primero el enfoque de Vladimir, que incluye saltos en el tiempo y luego desde el delirio de Jorge, que resulta ser un maniático con compulsiones asesinas.
Valderrama le hace completo honor al brebaje proteico, mezcla en la juguera todo un despliegue de referencias cinéfilas de pleno gusto juvenil: gore, cine fantástico, splatter, gags y comedia negra, que usa como técnicas para narrar sus enfoques. Si en la primera parte vemos a Vladimir tratando de pasarse de listo, el tono que elije el director es de comedia fantástica, colorinche, con reminiscencias de cintas pop como "Volver al futuro", pero cuando toca el turno de mostrar la realidad "paranoica" de Jorge, Valderrama opta por el gore, el cine negro y toques más oscuros.
Es en este quiebre cuando la cinta se desarma un poco, y todo el humor -inteligente a pesar de ser obvio- de la primera parte, acaba por querer explicarse a punta de voz en off y cierres forzados. Sin querer se le acaban las sorpresas y el esperpento, lo que deja la sensación que le sobran escenas. Pero si algo se le puede reconocer a "Malta con huevo" es que sirve para quitar la caña y salir del cine con la potencial idea que con más psicotrópicos y menos academia las películas chilenas tienen algo nuevo que contar.
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