Queremos tanto a Paris... (version larga)
Esto salio ayer en la REV del DGO-- hace tiempo q no publicaba ahí. Se recorto su resto. Aqui va la version larga. El tema era PARIS como marca registrada.
El titulo de la portada de la revista fue:
COMO ANTOFAGASTA PUEDE GANARLE A PARIS, lo que me dejo contento pensando en que ando todo el dia dedicado a PERDIDO q es Antofagasta puro
eso---
Domingo 12 de agosto de 2007
Queremos tanto a París (¿por qué no a Antofagasta?)
por Alberto Fuguet
Woody Allen filma en Barcelona; los catalanes lo convencieron con euros. Vale la pena, claro: cada centavo volverá multiplicado a la ciudad, que aprendió el truco de París, la maestra en el arte de venderse a Hollywood. Santiago podría aprender de ellas. O Antofagasta, que tiene su increíble desierto de Atacama listo para las cámaras.
Por Alberto Fuguet
¿Es París la ciudad más linda del mundo? Si miramos la cantidad de artículos, libros, reportajes y películas sobre ella, sin duda que sí. París –al menos, la idea de París– le gusta a casi todo el mundo. Sobre todo a esa inmensa mayoría que nunca ha ido. Quizás no hay ciudad que tenga mejores relaciones públicas. Si hasta los niños vienen de París. Y ya se sabe: no hay ser humano que no desea volver a su lugar de origen. Para usar la jerga de los avisadores, es el tipo de publicidad que el dinero no puede comprar.
¿Por qué los bebés no vienen de Andorra, de Rotterdam, de Frankfurt? Quizás porque a nadie se le ocurrió antes. O, porque en ese entonces, no estaba tan claro el valor publicitario de lo mítico.
París, je t’aime.
Nada de traducciones. Todos –incluso los que no entienden– entienden. A París se le ama. No porque es amorosa o receptiva per se sino porque, de alguna manera, concertada o no, nos han obligado a amarla. Y si dices lo contrario, necesitarás muchos argumentos culturales para probarlo.
A París se le ama, es cierto, pero también se le teme.
París, marca registrada
He estado en París y sí, está bien. Pero dudo que sea mi ciudad favorita, la que más me ha impresionado. Lo confieso: lo que más me gusta de París son los cines. O, mejor dicho, la cartelera que París ofrece. No hay ciudad más cinéfila y más para cinéfilos que París. Y aquí quiero llegar: el cine. No hay medio más poderoso que el cine para cautivar nuestro inconsciente.
París lo sabe. Nueva York lo tiene claro. Londres captó que no bastaba con vender a la Reina y el Big Ben. Se llevó a Woody Allen para demostrarle al mundo que existían lofts con vista al río y gente joven que toma capuccinos en vez de té.
París se ha aliado con el cine (sobre todo de Hollywood) para taladrar nuestro inconsciente y, usando todo tipo de métodos, desde los subliminales a los francamente groseros, mantener su lugar en nuestra memoria emotiva.
No existe un ejemplo mejor que Ratatouille. Me he topado con gente que me ha dicho “lo bonito que se ve París’’ en esa cinta. Ratatouille condensa la idea de París como un estilo de vida: una ciudad fina, donde se come bien, una ciudad romántica, un lugar donde el arte no es una entretención sino una obsesión. Que el París del filme de Pixar sea animado aumenta nuestro deseo. Un París falso es aún más seductor que un París real. De Los aristogatos a Moulin Rouge, el París animado o de cartón piedra (Amélie, una propaganda tan repelente como efectiva) ha logrado seducir de forma avasalladora y buena parte de la idea que la gente tiene de París viene justamente de los dibujos animados: una ciudad donde incluso los zorrillos están embobados por le amour fou.
“Siempre tendremos París’’, le dice Humphrey Bogart a Ingrid Bergman en Casablanca. París. Basta el título y ya, supuestamente, hay magia. De ahí la brillante idea de París, je t´aime, una suerte de comercial de la secretaría de turismo sobre los barrios de la ciudad. Al final, lo que pudo haber sido una producto por encargo para mostrar en convenciones de agencias de turismo, terminó siendo un éxito: la gente pagó para ver este comercial descarado y salió del cine relativamente contenta, para más remate.
Pese al cliché, ni Truffaut ni Godard ni Rohmer ni Bresson ni Louis Malle le temieron a París, lo que los hace aún más valientes y maestros. Los 400 golpes parte con tomas de la torre Eiffel y, más que hacer el ridículo, la glorifica.
¿Nadie está interesado en filmar la Torre Entel?
Lo impresionante es que siempre se puede contar con París. Es el mejor de los actores: incluso cuando muestra su lado oscuro, estalla, vibra y encandila. En Ratatouille las cloacas seducen y la idea de vivir en un closet sin baño pero con vista se vuelve el sueño de todo joven, cocinero o no.
Échale la culpa a...
Dale en tu corazón un lugar a Santiago, la película episódica, es quizás impensable. Para llegar al extremo de París, je t´aime, la ciudad del título tiene que funcionar por sí sola. Por eso Échale la culpa a Río se llamó así y todo el mundo entendió de qué iba. ¿Échale la culpa a Sao Paulo? Lo dudo. ¿Échale la culpa a Viña? Tampoco.
Para que una ciudad se pueda volver marca, ya debe existir en el imaginario mundial. Valparaíso, mi amor funciona porque la palabra Valparaíso es, quizás, una de nuestras mayores marcas.
Hace poco, la alcaldesa de Concepción reclamó por la manera como Prueba de fe, un bodrio bíblico de Hillary Swank, mostraba la ciudad penquista. ¿De quién es la culpa realmente? ¿Cuánto sabe un chileno común acerca de Curitiba, por ejemplo? Si los incultos y descarados productores hollywoodenses pintaron Concepción como una ciudad atrasada y de cuarto mundo es porque no tenían cómo saber que, muy por el contrario, Concepción bien podría ser el Oxford de Sudamérica.
¿Cuántas cintas internacionales ha sido rodadas en Conce?
¿Por qué Meryl Streep no viaja a Concepción en vez de a París? ¿Por qué Gael García (en la nueva cinta de culto adolescente La ciencia del sueño) no se puede enamorar de una chica adorable a la que le gusta soñar y caminan a orillas del Biobío en vez de.... París de nuevo?
De todas las ciudades chilenas con potencial para competir con París, quizás Antofagasta, junto a su primo San Pedro, es la que tiene la mayor posibilidad. Mal que mal, en el antiguo Hollywood de Sudamérica hoy se filman avisos publicitarios de primer orden. Antofagasta perfectamente podría “quitarle’’ una cinta clase A norteamericana a Hong Kong o a Sydney. ¿Tom Cruise en la Segunda Región? ¿Por qué no? Si la gente paga miles de dólares por ir al Explora, ¿por qué no van a pagar 7 dólares por ver una película?
Pero no basta con cruzar los dedos. Barcelona lo sabe bien. El Ayuntamiento apoya la película que sea y cuando no golpean su puerta, ellos van donde están las ideas.
Barcelona convenció, dinero mediante, a Almodóvar para que Todo sobre mi madre transcurriera en la Ciudad Condal. No hay producción cinematográfica en el mundo que no quisiera ahorrar dinero o, mejor aún, no gastarlo. Almodóvar dijo sí y todos ganaron. Ahora le tocó a Woody Allen. Y el hecho de que en Barcelona no se ha ble inglés no lo traumó creativamente. Scarlett Johansen de turista, perfecto. Y en Barcelona. Perfecto. Pudo ser Praga, Roma... pero Barcelona se puso. Hasta los reclamos de ciertos personeros de la Generalitat, a quienes les parece un escándalo que la ciudad le pase un millón de euros a Mr. Manhattan, generaron prensa internacional. ¿Es dinero mal gastado? Claramente no. Si el gasto lo hubiera hecho Concepción, Antofagasta o Santiago, cualquiera de esas ciudades estaría en el torbellino mundial. Pocas cintas han acaparado más prensa pre rodaje que la nueva de Allen. Algunos se preguntan qué pasará si la cinta no es un éxito. Da lo mismo. Para los catalanes, la inversión ha sido redonda. Si Woody logra darle un 10% de lo que le ha dado a Nueva York, no cabe duda que los vuelos a Barcelona aumentarán.
Hace poco, Francis Ford Coppola anduvo husmeando por el Cono Sur de América. Y optó por Buenos Aires. Se compró un hotel boutique y en Palermo instaló unas oficinas. Filmará pronto una película con Matt Dillon.
¿Por qué no optó por Santiago?
FIN
Post data: se acaba de estrenar en NY TWO DAYS IN... PARIS; Dos dias en París escrita, protagonizada y dirigida por Julie Delpy. Es como la version B de la Before Sunset. Está buena, comica. Aqui esta el afiche:
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