cinepatas de cinco estrellas
Hoy en el SABADO, Paula Escobar entrevista y almuerza con "los 3 tenores" de la crítica de cine nacional.
Me divirtió mucho, subrayé algunas frases y me identifique con muchas respuestas.
Como cinéfilo, el ser crítico es el sueño final, la meta a la que necesariamente hay que llegar.Como realizador, los críticos terminan al "otro lado" y uno desea que estén, claro, de tu lado, algo que pocas veces sucede. Pero sin duda que tanto cinéfilos, críticos, guionistas y realizadores son o deberían ser cinéfilos o cinépatas, como dice Escobar.
Es curioso pero luego de leer esto, capto que, sin duda, yo al menos, tengo más en común con ciertos críticos que con ciertos realizadores y eso es el tema de la cinefilia.
cuesta tanto ser cinéfilo? no creo. O si? Acaso es un sacrificio. Quizás lo sea. Uno -supongo- tiene que dejar mucho de lado
para que todo ese cine puede ingresar y dominar tu espacio, tu corazón, tus lazos, tu tiempo, tus estantes, tu vida.
sigo: un bueno artículo, arbitario y lleno de humor, que pone literalmente en portada una profesion o una obsesion que cada vez tiene menos poder y menos adeptos.
seria ideal que críticos como estos, o críticos más anónimo como, no se, Hermes, pudieran tener acceso a más páginas y más espacio. Quizás por eso está la red: donde sobra el espacio pero donde aún faltan miradas y mirada.
a la pregunta QUE ES UN BUEN CRITICO
Soto responde:
–HS: Un buen crítico es el capaz de entusiasmar a otro con una determinada lectura de una película.
grande
eso--ahora el articulo
ASCANIO CAVALLO, ANTONIO MARTíNEZ, HéCTOR SOTO:
Cinépatas de cinco estrellas
"Enamorarse del cine es previo a la profesión. La profesión es un transporte. Uno podría haber estudiado cualquier cosa y sería cinéfilo igual". De izquierda a derecha: Héctor Soto, Antonio Martínez y Ascanio Cavallo.
SEMANA A SEMANA, PELÍCULA A PELÍCULA, ESTOS TRES DESTACADOS PERIODISTAS HAN DEJADO SUS HUELLAS EN MEMORABLES CRÍTICAS DE CINE QUE LOS HAN TRANSFORMADO EN LOS REFERENTES OBLIGADOS DE ESTE OFICIO EN NUESTRO PAÍS. MIENTRAS ASCANIO CAVALLO ACABA DE LANZAR UN NUEVO LIBRO DE CINE Y HÉCTOR SOTO SE APRONTA A TERMINAR UNO QUE RECOPILA SUS CRÍTICAS, "SÁBADO" LOS REUNIÓ PARA CONTAR SUS VIDAS DEDICADAS A CALIBRAR LA PANTALLA GRANDE.
Por PAULA ESCOBAR CHAVARRÍA
ESCENA UNO: DIOS LOS CREA, EL DIABLO LOS JUNTA
Mientras los otros niños jugaban al trompo, ellos ya estaban instalados en la sala oscura, viendo dos o tres películas al día. Y luego vino la palabra: Héctor empezó a hacer crítica de cine en el colegio. Después, cuando estudiaba Derecho, debutó en radio en un programa con Hvalimir Balic, "Cine proceso". La primera crítica escrita suya apareció en el diario La Unión, a la película Doctor Zhivago. El paso siguiente lo prestigió aún más: fundó, junto a Hvalimir Balic y Sergio Salinas, la revista Primer Plano, siempre en Valparaíso, que sólo duró 6 números, pero fue un referente obligado para muchos cinéfilos.
De hecho, en una conferencia en Viña en esos tiempos –plena UP–, un joven escuchaba a Soto con mucha atención. Era Antonio Martínez: "Yo me acuerdo de Héctor que usaba un montgomery azul...", dice riéndose, frente a la cara de duda de Soto, que tiene un recuerdo aún más sabroso de otro primer encuentro. "Salinas me habló una vez de un chico que sabía mucho de cine y me presentaron a Ascanio. Era muy joven, lo más parecido a ese personaje de la teleserie de la época que era la Pinina, porque sabía todo, todo, todo... Era impresionante". Antonio Martínez también era un poco "pinino": de niño se iba cada tarde al cine del barrio en Viña: programas dobles y triples. Pero no se volcó de inmediato a la crítica. Tras estudiar literatura, se fue a vivir a España después del golpe militar. Allí estudió Periodismo en la Universidad Complutense y debutó como crítico en cine, un diario español.
Mientras, Cavallo ya había terminado de estudiar Periodismo en la U y comenzó en la revista Hoy. Una de las tareas que le encomendó su editor, Guillermo Blanco, era revisar un cajón lleno de crónicas de los corresponsales que jamás habían salido publicadas, ni tenían cara de ser publicadas alguna vez. Encontró muchas de un tal Antonio Martínez. "Guillermo Blanco no tenía idea de quiénes eran los entrevistados –Sam Fuller, Christopher Lee, grandes personajes del cine–, hasta que yo llegué y las publiqué. Un día fui de viaje a Madrid y llamé a Antonio para conocerlo. Me pagó con unas empanaditas asquerosas en la Plaza de España".
La amistad y la sociedad cinéfila partían. Cuando Martínez volvió a Chile, ambos se hicieron cargo de las críticas de Hoy. "En un momento Mariano Silva se fue de la revista y Antonio habló con el director para ofrecernos a nosotros dos como críticos; yo iba de atrás", recuerda riendo Ascanio. En la misma época, Soto –a quien ambos admiraban por sus artículos en Primer Plano– estaba en La Tercera, escribiendo con su mismo grupo de Primer Plano.
Los tres tenores de la crítica ya estaban en su salsa. "Enamorarse del cine es previo a la profesión. La profesión es un transporte. Uno podría haber estudiado cualquier cosa y sería cinéfilo igual", remata Cavallo.
Y vaya que los tres han desarrollado el periodismo profesional con gran éxito. Héctor ha sido editor, entre otros, de Mundo Diners, Paula y Capital, donde se desempeñó como director hasta este mes, y también influyente columnista político. Martínez fue editor cultural del diario La Época, jefe de redacción de la revista Hoy y director editorial de Alfaguara. Cavallo, por su parte, se desempeñó como director de la revista Hoy y del diario La Época, y hoy es decano de Periodismo de la Universidad Adolfo Ibáñez, además de ser destacado columnista político.
Pero el oficio de la crítica de cine ha sido, sin duda, el tronco de su pasión profesional. Donde dejan su pluma, talento, gozo, sorpresa, neuronas, semana a semana, actualmente en las revistas Capital (Soto), Sábado, (Cavallo) y Wikén (Martínez). Son las tres firmas más destacadas de la crítica de cine chilena. Su rigor, capacidad analítica, excelente estilo narrativo y ojo certero los han hecho, además, mantener este sitial por décadas.
Después de varias reticencias, pues cultivan más bien un bajo perfil mediático, aceptaron juntarse a almorzar para desentrañar los misterios de la crítica y la fascinación que ejerce aún la sala oscura. Fue un almuerzo lleno de risotadas, anécdotas, ironías y una memorable reflexión sobre su oficio.
ESCENA DOS: MATINÉE, VERMOUTH Y NOCHE
–¿Cuándo se enamoraron del cine? ¿Han pensado por qué son cinéfilos?
–Héctor Soto: En mi caso es por biografía, porque tenía unos padres muy cinéfilos. Vengo de una familia de Valparaíso, de clase media, mi padre era vendedor viajero. Viajaba mucho, pero cuando él estaba, lo normal era que llegara temprano, se fuera con mi madre a la vermouth, volvieran a la casa a tomar un té y regresaran al cine en la noche. Cuando mi madre quedó esperando a mi hermano, mi padre me llevaba a mí al cine: empezaba a las 10 de la noche el programa doble. Yo veía todo tipo de películas, las que hubiera. Iba todos los días al cine.
–Antonio Martínez: Yo vivía en la calle Quillota en Viña y a dos cuadras estaba el cine Oriente. Llamaba por teléfono a la boletera, la señora Aurora, y le preguntaba si los acomodadores me dejarían entrar, porque las películas eran para mayores de 21, 18 o 14. La primera que vi para mayores de 21 años se llamaba Acosada, con Libertad Leblanc, en el 61 o 62, yo tenía como 9 años. Hasta que salí del colegio. Incluso me llamaban del colegio al cine, porque sabían que estaba ahí.
–Ascanio Cavallo: Yo tengo un tío que era muy cinéfilo. Era un cabrón, porque no sabía mucho de directores, pero sí de actores, leía la revista Ecran. Mi tío se los sabía todos y jugábamos a quien los identificaba primero. Me ponía metas muy altas. Me decía: "Si no has visto Un tiro en la noche de qué estamos hablando". Y yo perseguía las películas por los cines de barrio hasta que las encontraba...
–Una cosa es el gusto privado, pero ¿cuándo deciden hacer de esto una profesión o un oficio?
–HS: Reconozco que a mí me gustaba mucho escribir de cine. Primero en el diario La Unión, luego el mismo grupo que nos habíamos reunido en Primer Plano escribíamos en La Tercera, una página a la semana por 6 años. Creo que el director ni sabía que existía, porque no tenía nada que ver con el diario. En algún momento, como en el año 67 o 68, le dije a Horacio Serrano (su mentor y padre de las hermanas Serrano) que quería dejar de escribir. "Pero si es lo único que tienes que hacer", me respondió. En ese momento me hizo sentido que yo escribiera de cine. Ahí dije "me voy a dedicar a escribir".
–AC: Muchos periodistas que hoy entran a la crítica no eran cinéfilos auténticos en primer lugar. No venían con esto desde chicos, no han visto muchas películas. Nosotros comenzamos con Antonio formalmente en abril del 85. Nos hicimos el propósito de ver todo lo que se daba. No olvidaré nunca que el cine El Golf, cuatro de la tarde, yo y Antonio viendo La Sirenita, y todos los niños con sus papás alejándolos de nosotros. ¡Anda a explicarle a alguien que era para la crítica de cine de la revista Hoy!
–AM: Esas ganas de verlo todo refleja el tiempo que ha pasado. Obviamente hoy ese "todo" existe en muchas partes.. Antes uno tenía que ir con papel y lápiz para saber quién era el director, el fotógrafo, el actor y hacer la ficha técnica.
–HS: Ahora no lo pasaríamos bien viendo todo. Yo no veo todo. Una vez le escuché decir a Alfonso Calderón que a él le seguía gustando el cine, pero cada vez tenía menos resistencia para las películas malas. En un momento a mí me gustaba tanto ir al cine que hasta las malas me gustaban. Llegué a ver hasta cinco al día. En mi mejor año vi 620.
ESCENA FINAL: LOS BUENOS, LOS MALOS Y LOS FEOS
–¿Qué es un buen crítico?
–HS: Un buen crítico es el capaz de entusiasmar a otro con una determinada lectura de una película.
–AM: Un buen crítico está hecho de prosa y persistencia. No decaer frente al cine, seguir adelante, tratar de seguir viendo películas... La persistencia tiene un gran valor en este oficio.
–AC: Un buen crítico no existe... Eso no existe. La gente lee la crítica para saber si el crítico es más tonto que el que está leyendo. Eso es todo... Si son menos tontos, son buenos críticos.
–¿Y cuáles han sido sus peores errores como críticos?
–HS: En El Padrino I siento que la película me quedó grande. Esa película fue creciendo mucho con el tiempo. Con todos los temas y todos los géneros metidos dentro. Tiene guerra, pasión, amor, baile, familia, poder, Estados Unidos, mafia. Creo que ni siquiera la comenté.
–AM: La primera o segunda crítica en la revista Hoy fue sobre los Oscar y ese año competía África Mía, de Sydney Pollack, que yo la encontré espantosa, lo peor, y ganó siete estatuillas.
–AC: Yo confieso que una vez me gustó La aventura es la aventura, de Claude Chabrol. Es una vergüenza que me llevaré hasta la tumba.
–AM: Me parece que me he equivocado en el seguimiento de algunos directores. Hay películas que he elogiado demasiado, sólo por ser de un determinado director.
–Y ya que estamos en eso, ¿cuáles son sus directores favoritos de todos los tiempos?
–AC: Scorsese, Ford, Antonioni.
–AM: Me gusta mucho Charles Laughton, director de La noche del cazador, claro que fue su única película....
–HS: Me están gustando mucho los cineastas orientales últimamente: Won Kar Wai, Tsai Ming Liang, por ejemplo.
Los tres, unánimes: John Ford, Elia Kazan, Hitchcock, Eastwood, Scorsese.
–¿Y qué pasa con el cine chileno? ¿Qué cineastas y películas han valido en la pena?
–AC: Tenemos uno solo en las ligas mayores, Raúl Ruiz.
–AM: Yo creo que hace dos años, cuando coinciden Matías Bize, Sebastián Campos, Alberto Fuguet, Alicia Sherson, fue un buen año. Eran directores en nacimiento, distintos y fue interesante su primer trabajo.
–HS: En general no me entusiasma mucho el cine chileno. Tengo tan asociada la critica con la cinefilia que el cine chileno no me interesa.
–AM: Leonardo Kocking y Miguel Littin alguna vez estuvieron muy enojados conmigo por una crítica. Lo que pasa es que los directores quieren a su película como si fuera un hijo y donde ellos ven belleza y encanto, uno ve fealdad y error. Las películas son hijos del director, pero no del crítico.
–¿Por qué hay tanta gente con ganas de filmar hoy en Chile, es que hay un verdadero boom audiovisual?
–AC: Las tres películas emblema de Chile se hicieron con la misma cámara: Valparaíso, Tres tristes tigres y El Chacal de Nahueltoro. La cámara que había en Chile. Eso te cambia el mercado.
–AM: Ahora las cámaras están en las casas, puedes grabar con un teléfono celular.
–HS: Eso no necesariamente quiere decir que a los nuevos directores les guste el cine o que vean cine. Es muy poco cinéfilo el cine chileno.
–AM: Sólo Raúl Ruiz y Alberto Fuguet son cinéfilos de verdad.
–AC: Yo lo que veo es que los cabros de hoy son cinéfilos de lo actual. No del tronco central, del canon. Lo que es un problema no menor. No se puede escribir si no has leído a los grandes escritores. Todo cinéfilo joven quiere descubrir nuevos maestros.
–HS: Pero para hacer una buena película, no necesariamente tienes que ser cinéfilo. Hay unos directores franceses que son muy cinéfilos, pero que hacen pésimas películas.
–Interesante punto: a los críticos a menudo se los cataloga de cineastas frustrados. ¿Alguna vez quisieron estar tras la cámara?
–HS: Nunca se me ha ocurrido tomar una cámara. No lo digo para jactarme, sino porque lo considero una limitación muy seria. Es una tarea rara hacer las dos cosas.
–AC: No, para nada. Es otro oficio. A uno, además, le pagan por escribir de cine. Esa pregunta hay que hacerla a los que escriben gratis en internet o blogs, que hay miles.
–AM: No, tampoco. Hay gente que quiere ser crítico de cine, porque es un mecanismo de entrada para otros mundos: dirección, guión, producción, relaciones públicas. Para mí ser crítico es el comienzo y el final.
–Para terminar: ¿La mejor película que han visto últimamente?
–HS: A mí gusto Los infiltrados. Me gustó solamente, no me mató. Me encantó una que se estrenó el año pasado llamada El latido de mi corazón.
–AC: Una que aún no se estrena en Chile de David Lynch: Inland Empire. Y como innovador me gusta Gaspar Noé, el director de Irreversible.
–AM: A mi Historia de familia. La estrenaron directo en DVD. Es de Noah Baumbach, que también es guionista. De hace unos años, Vera Drake. Las mejores películas, en todo caso, terminan con el comienzo de algo, pero nunca con un final y por eso pasa lo que pasa: son más grandes que la vida. Y mucho más grandes que la vida de un crítico.
como bonus track, el articulo de hoy anuncia lo que yo he ido anunciado:
El de Héctor Soto se lanza en diciembre. se llama Una vida crítica: 40 años de cinefilia y contiene una recopilación y selección de sus críticas, a cargo de Alberto Fuguet y Cristian Ramírez. Abarca desde el cine chileno a los cineastas favoritos de Soto: Allen, Scorsese y Eastwood. a pesar de la reticencia inicial de soto con este proyecto, de seguro será lectura obigatoria para amantes del cine.
Me divirtió mucho, subrayé algunas frases y me identifique con muchas respuestas.
Como cinéfilo, el ser crítico es el sueño final, la meta a la que necesariamente hay que llegar.Como realizador, los críticos terminan al "otro lado" y uno desea que estén, claro, de tu lado, algo que pocas veces sucede. Pero sin duda que tanto cinéfilos, críticos, guionistas y realizadores son o deberían ser cinéfilos o cinépatas, como dice Escobar.
Es curioso pero luego de leer esto, capto que, sin duda, yo al menos, tengo más en común con ciertos críticos que con ciertos realizadores y eso es el tema de la cinefilia.
cuesta tanto ser cinéfilo? no creo. O si? Acaso es un sacrificio. Quizás lo sea. Uno -supongo- tiene que dejar mucho de lado
para que todo ese cine puede ingresar y dominar tu espacio, tu corazón, tus lazos, tu tiempo, tus estantes, tu vida.
sigo: un bueno artículo, arbitario y lleno de humor, que pone literalmente en portada una profesion o una obsesion que cada vez tiene menos poder y menos adeptos.
seria ideal que críticos como estos, o críticos más anónimo como, no se, Hermes, pudieran tener acceso a más páginas y más espacio. Quizás por eso está la red: donde sobra el espacio pero donde aún faltan miradas y mirada.
a la pregunta QUE ES UN BUEN CRITICO
Soto responde:
–HS: Un buen crítico es el capaz de entusiasmar a otro con una determinada lectura de una película.
grande
eso--ahora el articulo
ASCANIO CAVALLO, ANTONIO MARTíNEZ, HéCTOR SOTO:
Cinépatas de cinco estrellas
"Enamorarse del cine es previo a la profesión. La profesión es un transporte. Uno podría haber estudiado cualquier cosa y sería cinéfilo igual". De izquierda a derecha: Héctor Soto, Antonio Martínez y Ascanio Cavallo.
SEMANA A SEMANA, PELÍCULA A PELÍCULA, ESTOS TRES DESTACADOS PERIODISTAS HAN DEJADO SUS HUELLAS EN MEMORABLES CRÍTICAS DE CINE QUE LOS HAN TRANSFORMADO EN LOS REFERENTES OBLIGADOS DE ESTE OFICIO EN NUESTRO PAÍS. MIENTRAS ASCANIO CAVALLO ACABA DE LANZAR UN NUEVO LIBRO DE CINE Y HÉCTOR SOTO SE APRONTA A TERMINAR UNO QUE RECOPILA SUS CRÍTICAS, "SÁBADO" LOS REUNIÓ PARA CONTAR SUS VIDAS DEDICADAS A CALIBRAR LA PANTALLA GRANDE.
Por PAULA ESCOBAR CHAVARRÍA
ESCENA UNO: DIOS LOS CREA, EL DIABLO LOS JUNTA
Mientras los otros niños jugaban al trompo, ellos ya estaban instalados en la sala oscura, viendo dos o tres películas al día. Y luego vino la palabra: Héctor empezó a hacer crítica de cine en el colegio. Después, cuando estudiaba Derecho, debutó en radio en un programa con Hvalimir Balic, "Cine proceso". La primera crítica escrita suya apareció en el diario La Unión, a la película Doctor Zhivago. El paso siguiente lo prestigió aún más: fundó, junto a Hvalimir Balic y Sergio Salinas, la revista Primer Plano, siempre en Valparaíso, que sólo duró 6 números, pero fue un referente obligado para muchos cinéfilos.
De hecho, en una conferencia en Viña en esos tiempos –plena UP–, un joven escuchaba a Soto con mucha atención. Era Antonio Martínez: "Yo me acuerdo de Héctor que usaba un montgomery azul...", dice riéndose, frente a la cara de duda de Soto, que tiene un recuerdo aún más sabroso de otro primer encuentro. "Salinas me habló una vez de un chico que sabía mucho de cine y me presentaron a Ascanio. Era muy joven, lo más parecido a ese personaje de la teleserie de la época que era la Pinina, porque sabía todo, todo, todo... Era impresionante". Antonio Martínez también era un poco "pinino": de niño se iba cada tarde al cine del barrio en Viña: programas dobles y triples. Pero no se volcó de inmediato a la crítica. Tras estudiar literatura, se fue a vivir a España después del golpe militar. Allí estudió Periodismo en la Universidad Complutense y debutó como crítico en cine, un diario español.
Mientras, Cavallo ya había terminado de estudiar Periodismo en la U y comenzó en la revista Hoy. Una de las tareas que le encomendó su editor, Guillermo Blanco, era revisar un cajón lleno de crónicas de los corresponsales que jamás habían salido publicadas, ni tenían cara de ser publicadas alguna vez. Encontró muchas de un tal Antonio Martínez. "Guillermo Blanco no tenía idea de quiénes eran los entrevistados –Sam Fuller, Christopher Lee, grandes personajes del cine–, hasta que yo llegué y las publiqué. Un día fui de viaje a Madrid y llamé a Antonio para conocerlo. Me pagó con unas empanaditas asquerosas en la Plaza de España".
La amistad y la sociedad cinéfila partían. Cuando Martínez volvió a Chile, ambos se hicieron cargo de las críticas de Hoy. "En un momento Mariano Silva se fue de la revista y Antonio habló con el director para ofrecernos a nosotros dos como críticos; yo iba de atrás", recuerda riendo Ascanio. En la misma época, Soto –a quien ambos admiraban por sus artículos en Primer Plano– estaba en La Tercera, escribiendo con su mismo grupo de Primer Plano.
Los tres tenores de la crítica ya estaban en su salsa. "Enamorarse del cine es previo a la profesión. La profesión es un transporte. Uno podría haber estudiado cualquier cosa y sería cinéfilo igual", remata Cavallo.
Y vaya que los tres han desarrollado el periodismo profesional con gran éxito. Héctor ha sido editor, entre otros, de Mundo Diners, Paula y Capital, donde se desempeñó como director hasta este mes, y también influyente columnista político. Martínez fue editor cultural del diario La Época, jefe de redacción de la revista Hoy y director editorial de Alfaguara. Cavallo, por su parte, se desempeñó como director de la revista Hoy y del diario La Época, y hoy es decano de Periodismo de la Universidad Adolfo Ibáñez, además de ser destacado columnista político.
Pero el oficio de la crítica de cine ha sido, sin duda, el tronco de su pasión profesional. Donde dejan su pluma, talento, gozo, sorpresa, neuronas, semana a semana, actualmente en las revistas Capital (Soto), Sábado, (Cavallo) y Wikén (Martínez). Son las tres firmas más destacadas de la crítica de cine chilena. Su rigor, capacidad analítica, excelente estilo narrativo y ojo certero los han hecho, además, mantener este sitial por décadas.
Después de varias reticencias, pues cultivan más bien un bajo perfil mediático, aceptaron juntarse a almorzar para desentrañar los misterios de la crítica y la fascinación que ejerce aún la sala oscura. Fue un almuerzo lleno de risotadas, anécdotas, ironías y una memorable reflexión sobre su oficio.
ESCENA DOS: MATINÉE, VERMOUTH Y NOCHE
–¿Cuándo se enamoraron del cine? ¿Han pensado por qué son cinéfilos?
–Héctor Soto: En mi caso es por biografía, porque tenía unos padres muy cinéfilos. Vengo de una familia de Valparaíso, de clase media, mi padre era vendedor viajero. Viajaba mucho, pero cuando él estaba, lo normal era que llegara temprano, se fuera con mi madre a la vermouth, volvieran a la casa a tomar un té y regresaran al cine en la noche. Cuando mi madre quedó esperando a mi hermano, mi padre me llevaba a mí al cine: empezaba a las 10 de la noche el programa doble. Yo veía todo tipo de películas, las que hubiera. Iba todos los días al cine.
–Antonio Martínez: Yo vivía en la calle Quillota en Viña y a dos cuadras estaba el cine Oriente. Llamaba por teléfono a la boletera, la señora Aurora, y le preguntaba si los acomodadores me dejarían entrar, porque las películas eran para mayores de 21, 18 o 14. La primera que vi para mayores de 21 años se llamaba Acosada, con Libertad Leblanc, en el 61 o 62, yo tenía como 9 años. Hasta que salí del colegio. Incluso me llamaban del colegio al cine, porque sabían que estaba ahí.
–Ascanio Cavallo: Yo tengo un tío que era muy cinéfilo. Era un cabrón, porque no sabía mucho de directores, pero sí de actores, leía la revista Ecran. Mi tío se los sabía todos y jugábamos a quien los identificaba primero. Me ponía metas muy altas. Me decía: "Si no has visto Un tiro en la noche de qué estamos hablando". Y yo perseguía las películas por los cines de barrio hasta que las encontraba...
–Una cosa es el gusto privado, pero ¿cuándo deciden hacer de esto una profesión o un oficio?
–HS: Reconozco que a mí me gustaba mucho escribir de cine. Primero en el diario La Unión, luego el mismo grupo que nos habíamos reunido en Primer Plano escribíamos en La Tercera, una página a la semana por 6 años. Creo que el director ni sabía que existía, porque no tenía nada que ver con el diario. En algún momento, como en el año 67 o 68, le dije a Horacio Serrano (su mentor y padre de las hermanas Serrano) que quería dejar de escribir. "Pero si es lo único que tienes que hacer", me respondió. En ese momento me hizo sentido que yo escribiera de cine. Ahí dije "me voy a dedicar a escribir".
–AC: Muchos periodistas que hoy entran a la crítica no eran cinéfilos auténticos en primer lugar. No venían con esto desde chicos, no han visto muchas películas. Nosotros comenzamos con Antonio formalmente en abril del 85. Nos hicimos el propósito de ver todo lo que se daba. No olvidaré nunca que el cine El Golf, cuatro de la tarde, yo y Antonio viendo La Sirenita, y todos los niños con sus papás alejándolos de nosotros. ¡Anda a explicarle a alguien que era para la crítica de cine de la revista Hoy!
–AM: Esas ganas de verlo todo refleja el tiempo que ha pasado. Obviamente hoy ese "todo" existe en muchas partes.. Antes uno tenía que ir con papel y lápiz para saber quién era el director, el fotógrafo, el actor y hacer la ficha técnica.
–HS: Ahora no lo pasaríamos bien viendo todo. Yo no veo todo. Una vez le escuché decir a Alfonso Calderón que a él le seguía gustando el cine, pero cada vez tenía menos resistencia para las películas malas. En un momento a mí me gustaba tanto ir al cine que hasta las malas me gustaban. Llegué a ver hasta cinco al día. En mi mejor año vi 620.
ESCENA FINAL: LOS BUENOS, LOS MALOS Y LOS FEOS
–¿Qué es un buen crítico?
–HS: Un buen crítico es el capaz de entusiasmar a otro con una determinada lectura de una película.
–AM: Un buen crítico está hecho de prosa y persistencia. No decaer frente al cine, seguir adelante, tratar de seguir viendo películas... La persistencia tiene un gran valor en este oficio.
–AC: Un buen crítico no existe... Eso no existe. La gente lee la crítica para saber si el crítico es más tonto que el que está leyendo. Eso es todo... Si son menos tontos, son buenos críticos.
–¿Y cuáles han sido sus peores errores como críticos?
–HS: En El Padrino I siento que la película me quedó grande. Esa película fue creciendo mucho con el tiempo. Con todos los temas y todos los géneros metidos dentro. Tiene guerra, pasión, amor, baile, familia, poder, Estados Unidos, mafia. Creo que ni siquiera la comenté.
–AM: La primera o segunda crítica en la revista Hoy fue sobre los Oscar y ese año competía África Mía, de Sydney Pollack, que yo la encontré espantosa, lo peor, y ganó siete estatuillas.
–AC: Yo confieso que una vez me gustó La aventura es la aventura, de Claude Chabrol. Es una vergüenza que me llevaré hasta la tumba.
–AM: Me parece que me he equivocado en el seguimiento de algunos directores. Hay películas que he elogiado demasiado, sólo por ser de un determinado director.
–Y ya que estamos en eso, ¿cuáles son sus directores favoritos de todos los tiempos?
–AC: Scorsese, Ford, Antonioni.
–AM: Me gusta mucho Charles Laughton, director de La noche del cazador, claro que fue su única película....
–HS: Me están gustando mucho los cineastas orientales últimamente: Won Kar Wai, Tsai Ming Liang, por ejemplo.
Los tres, unánimes: John Ford, Elia Kazan, Hitchcock, Eastwood, Scorsese.
–¿Y qué pasa con el cine chileno? ¿Qué cineastas y películas han valido en la pena?
–AC: Tenemos uno solo en las ligas mayores, Raúl Ruiz.
–AM: Yo creo que hace dos años, cuando coinciden Matías Bize, Sebastián Campos, Alberto Fuguet, Alicia Sherson, fue un buen año. Eran directores en nacimiento, distintos y fue interesante su primer trabajo.
–HS: En general no me entusiasma mucho el cine chileno. Tengo tan asociada la critica con la cinefilia que el cine chileno no me interesa.
–AM: Leonardo Kocking y Miguel Littin alguna vez estuvieron muy enojados conmigo por una crítica. Lo que pasa es que los directores quieren a su película como si fuera un hijo y donde ellos ven belleza y encanto, uno ve fealdad y error. Las películas son hijos del director, pero no del crítico.
–¿Por qué hay tanta gente con ganas de filmar hoy en Chile, es que hay un verdadero boom audiovisual?
–AC: Las tres películas emblema de Chile se hicieron con la misma cámara: Valparaíso, Tres tristes tigres y El Chacal de Nahueltoro. La cámara que había en Chile. Eso te cambia el mercado.
–AM: Ahora las cámaras están en las casas, puedes grabar con un teléfono celular.
–HS: Eso no necesariamente quiere decir que a los nuevos directores les guste el cine o que vean cine. Es muy poco cinéfilo el cine chileno.
–AM: Sólo Raúl Ruiz y Alberto Fuguet son cinéfilos de verdad.
–AC: Yo lo que veo es que los cabros de hoy son cinéfilos de lo actual. No del tronco central, del canon. Lo que es un problema no menor. No se puede escribir si no has leído a los grandes escritores. Todo cinéfilo joven quiere descubrir nuevos maestros.
–HS: Pero para hacer una buena película, no necesariamente tienes que ser cinéfilo. Hay unos directores franceses que son muy cinéfilos, pero que hacen pésimas películas.
–Interesante punto: a los críticos a menudo se los cataloga de cineastas frustrados. ¿Alguna vez quisieron estar tras la cámara?
–HS: Nunca se me ha ocurrido tomar una cámara. No lo digo para jactarme, sino porque lo considero una limitación muy seria. Es una tarea rara hacer las dos cosas.
–AC: No, para nada. Es otro oficio. A uno, además, le pagan por escribir de cine. Esa pregunta hay que hacerla a los que escriben gratis en internet o blogs, que hay miles.
–AM: No, tampoco. Hay gente que quiere ser crítico de cine, porque es un mecanismo de entrada para otros mundos: dirección, guión, producción, relaciones públicas. Para mí ser crítico es el comienzo y el final.
–Para terminar: ¿La mejor película que han visto últimamente?
–HS: A mí gusto Los infiltrados. Me gustó solamente, no me mató. Me encantó una que se estrenó el año pasado llamada El latido de mi corazón.
–AC: Una que aún no se estrena en Chile de David Lynch: Inland Empire. Y como innovador me gusta Gaspar Noé, el director de Irreversible.
–AM: A mi Historia de familia. La estrenaron directo en DVD. Es de Noah Baumbach, que también es guionista. De hace unos años, Vera Drake. Las mejores películas, en todo caso, terminan con el comienzo de algo, pero nunca con un final y por eso pasa lo que pasa: son más grandes que la vida. Y mucho más grandes que la vida de un crítico.
como bonus track, el articulo de hoy anuncia lo que yo he ido anunciado:
El de Héctor Soto se lanza en diciembre. se llama Una vida crítica: 40 años de cinefilia y contiene una recopilación y selección de sus críticas, a cargo de Alberto Fuguet y Cristian Ramírez. Abarca desde el cine chileno a los cineastas favoritos de Soto: Allen, Scorsese y Eastwood. a pesar de la reticencia inicial de soto con este proyecto, de seguro será lectura obigatoria para amantes del cine.
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