otra critica-- de Pablo Illanes
Debe uno leer las criticas? Sí y no. Dicen que hay que leer las malas y no las buenas. Dicen que las críticas son cartas públicas de los críticos a los directores. Sea lo que sea, ya con cierta distancia, no me puedo quejar de la masa crítica hacia SE ARRIENDA. De verdad, yo esperaba que fuera peor. A veces uno desearia que dijieran otras cosas. Se fijaran en lo que se fijó uno, pero bueno. En Qué Pasa, Pablo Illanes comentó SE ARRIENDA de una manera muy generosa. Creo que no corresponde dar las gracias, pero la posteo porque sin duda dejó contento a muchos de los del equipo, partiendo, claro, por mí.
Cine
Se arrienda, de Alberto Fuguet
por
Pablo Illanes, Revista Que Pasa
A propósito del estreno de la ópera prima de Alberto Fuguet, leía el otro día una crónica de opinión firmada por un coetáneo del autor de "Sobredosis", uno de esos tipos-buena-onda-pero-ácidos que se ha dedicado a "emitir críticas corrosivas" al sistema. En el artículo el autor atacaba sin rodeos la obra de Fuguet por considerarla repetitiva, por servir de pretexto para justificar la venta al sistema de toda una generación y, sobre todo, por hablar de unos adultos-jóvenes "de la plaza Italia para arriba". Si hubiera leído esta nota hace unos diez años, la verdad es que no estaría así de afectado. Probablemente me resignaría a que vivo en un país tercermundista en la década de los 90, que escucho mil veces al día "Park life" de Blur, que la democracia como tal todavía es un espejismo y, especialmente, que las películas chilenas que se estrenan en la pantalla grande son coproducciones de la más diversa estirpe filmadas sin sangre ni corazón por los sospechosos de siempre. En suma, estaría dispuesto a asumir el escenario: el Chile noventero. Pero éste es el 2005 y por suerte las cosas han cambiado. Durante este tiempo, Fuguet ha escrito su mejor novela ("Las películas de mi vida") y su mejor libro de relatos ("Cortos"), ha sido considerado el escritor chileno más influyente (portada de Newsweek incluida) y, fondos concursables para el cine con un solo propósito: debutar en el territorio donde se siente dueño y señor absoluto. Poca gente que conozco sabe tanto de cine y de cinefilia como Alberto Fuguet. Pocos directores que conozco son capaces de filmar una película tan honestamente chilena como Alberto Fuguet.
"Se arrienda" comienza con una escena que podría interpretarse como declaración de principios. En una imagen absolutamente cinéfila (o cinépata o cinéfaga), Gastón Fernández (Luciano Cruz-Coke, en su mejor interpretación desde el Axel Schumacher de "Fuera de control") elige una película y la inserta en su compactísimo lector de DVD. Se trata de "Las hormigas asesinas", un corto experimental filmado varios años antes, protagonizado por Benjamín Vicuña y cuya música incidental fue fue compuesta por él. La visión de la película provoca el largo recuerdo que sirve de base para una narración donde el tono romántico rohmeriano, la atmósfera opresiva y extrañamente tecnológica y el diálogo fluido y sobrepuesto a modo de estudiada improvisación son las riquezas más evidentes. Gastón es un antihéroe fuguetiano, un tipo que en los 80 tenía todas las herramientas para ser feliz (talento, buena pinta, información y chicas lindas), pero cuya incapacidad de adaptación lo obligó a alienarse.
Quince años más tarde, Gastón emerge de una estación del metro para revelar un Santiago distinto, el de la Autopista Central, la tolerancia y el dinero. A partir de ese minuto, este músico devenido en corredor de propiedades emprende un caótico tour-de-force entre aquellos que eran sus amigos, todos exitosos aunque con vidas prestadas a otras personas. Entre carretes tecno en La Salita y fiestas de cumpleaños en el Museo de Historia Natural, donde todo el mundo parece feliz y glamoroso, Gastón es empujado a un abismo particularmente santiaguino, un estado de resentimiento que no es sólo mental, sino también físico y cuyos orígenes podrían estar en un padre ausente (Jaime Vadell), en una ex novia demasiado libre (Ignacia Allamand) o, quizás, en un país que cambió demasiado en muy poco tiempo.
Con "Se arrienda", Fuguet no sólo demuestra que puede filmar, sino que además se asoma como uno de los pocos cineastas chilenos que provocan interés y desazón. Detrás de esa mirada introspectiva y nostálgica se oculta un mundo demasiado personal, un universo donde el guiño al cine, la música y la cultura pop no son técnicas para engrupir a una nueva generación de consumidores, sino, por el contrario, una forma de acercarnos a esos personajes solitarios, alimentados por datos freaks aunque deshabitados de afectos, seres que, al igual que los fantasmas en blanco y negro que pululan por Santiago en "Las hormigas asesinas", necesitan un pequeño empujón para comenzar a sentir. En el caso de Gastón Fernández, ese empujón está a cargo de dos personajes claves para comprender la cinta: Francisca Lewin, en una actuación sobresaliente como una chica dulce y enamoradiza, prima hermana de Natalie Portman en "Tiempo de volver"; y por el extraordinario debut de Diego Casanueva como el desolado sobreviviente de una catástrofe familiar.
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