lunes, agosto 14, 2006

Super Mann...

Sigo con mi obsesion x Mann.. a ver si escribo algo a la altura
post estreno aca de Miami Vice. Vi el dvd pirata, filmado en un cine, en un mall de piratas en Lima, pero
no quise comprarlo. Miami Vice debe verse como debe verse

aqui va, x ahora, una gran nota de Michael Mann del gran Martin Perez, de Pagina 12 y La Mano
el final el precioso



Domingo, 13 de Agosto de 2006

Supermann

Mucho antes de ganarse el respeto de Hollywood, Michael Mann produjo para la televisión División Miami. Y hoy, cuando la serie es recordada como una parodia de sí misma e impera el revival nostálgico de los ‘80, Mann volvió a Florida para aclarar los tantos: con una filmación violenta, accidentada y latinoamericana, hizo una película actual y en serio. A un mes de su llegada a los cines locales, éstos son los entretelones de un fenómeno que arrasó en su estreno norteamericano.

Por Martín Pérez


Cada vez que le preguntan por qué su película Miami Vice no se parece a la serie de televisión, Michael Mann contesta algo diferente. Puede explicar, por ejemplo, que así como en los ‘80 no miraban al pasado al hacer la serie, nunca se le ocurrió mirar hacia los ‘80 para hacer algo ambientado en la actualidad. También confesar que, sí, en una de ésas hubiese sido un gran reto estilístico ambientar la película veinte años atrás, pero que seguramente se hubiese aburrido al poco tiempo. O que los nostálgicos de la serie pueden verla cada vez que la pasan por la televisión (como ahora en el canal VH1) e incluso comprar las dos temporadas remasterizadas que acaban de editarse en DVD, y quienes quieran ver cómo sería Miami Vice en la actualidad pueden ir al cine. Otra de sus respuestas elige el camino contrario y explica que no le parece que esta Miami Vice sea tan diferente de la original. Acto seguido, puede recordar un diálogo del piloto de la serie, obra de Tom Yerkovich, en el que una mujer le pregunta a Crockett algo así como: “¿Alguna vez te olvidás de quién sos?”, a lo que él responde: “Querida, hay veces en que me acuerdo de quién soy”. Pero tal vez la respuesta más breve y más sincera sea la que Mann le dio a Jamie Foxxx cuando lo asaltó con la idea en medio del cumpleaños de Muhammad Ali. “Debés estar bromeando: ¿para qué voy a querer hacer Miami Vice otra vez?”, le dijo Mann a un Foxxx entusiasta, que incluso imaginaba la canción original de Jan Hammer reversionada por el rapper Jay-Z para los títulos.



Cuatro años después de aquella charla, Jay-Z finalmente aparece en la banda de sonido de Miami Vice, pero no ha quedado nada de la ingenua idea de Foxxx. Es más: ni siquiera hay títulos, ya que esta Miami Vice versión 2006 va directamente a la acción, sin tiempo para perder –en sus más de dos horas de metraje– en cosas secundarias como presentaciones, explicaciones o detalles cool como los trajes blancos de sus protagonistas. “Cuando yo hago una película, hago una película”, explicó en su momento Mann. “Eso implica tomar decisiones, como decidir que no iba a haber ningún prólogo en esta historia, que debe ser narrada sin respiro, y que para eso uno debe entrar de golpe en las vidas de sus protagonistas e irse de la misma manera. Creo que el público es lo suficientemente inteligente como para entrar sin prólogo alguno, sin que haga falta explicarles nada”. Habrá que esperar hasta el mes próximo para testear la respuesta del público local a la propuesta del nuevo Miami Vice de Mann, pero la taquilla norteamericana dice que el director de películas como El último de los mohicanos, Fuego contra fuego, Colateral y El informante no estaba tan equivocado. Aun cuando en el mundo de las megaproducciones norteamericanas, sostener semejante tesis revolucionaria –que el público es, ejem, inteligente– significa nadar contra la corriente.

“Mi idea siempre fue hacer Miami Vice en serio: una película para mayores de 18, con violencia real, sexo real, y hablada en el lenguaje de la calle”, explicó Mann. “En principio, el estudio se mostró muy interesado en el proyecto. Pero cuando se dieron cuenta de que lo que yo quería hacer estaba en el polo opuesto de lo que consideran como tradicional en estos casos, que es que una megaproducción de cine descartable, pensada para un público adolescente, se asustaron un poco. Pero parte de mi trabajo como director es sentarme en la mesa de negociaciones y convencerlos de que tengo razón. Además, en el último tiempo películas como las que yo quería hacer habían tenido éxito en el verano. Así que cierta parte de Hollywood estaba empezando a pensar que tal vez la gente se estaba cansando de ver siempre lo mismo. Por eso logré convencerlos de lo mismo que yo creía: que nadie quería ver otra remake nostálgica de una serie de televisión, con cameos de viejos protagonistas y lo que siempre se usa en estos casos”.

Aunque Mann asegure haber convencido a los responsables de su película de que nadie quería otra Miami Vice con Don Johnson incluido, lo cierto es que en cada nota previa e incluso en algunas reseñas de la película enEstados Unidos, muchos cronistas parecen extrañar la vieja serie. Por eso tantas preguntas al respecto, y tantas quejas en las críticas más dubitativas –que no son mayoría, eso sí–, cuyos cuestionamientos van desde que no es tan comprometida como Traffic (¡por suerte!) al por qué la llamaron Miami Vice si no tiene nada que ver con la serie.

La respuesta más contemporizadora de Mann es que sí tiene que ver, que la serie original –aunque sea recordada más como una parodia de sí misma, del estilo cool Miami– en su momento era un policial televisivo bastante duro, que no se caracterizaba por sus finales felices. Aquella imagen del Miami retratado por la serie bien puede ser la que tanto sedujo a aquel Tony Montana interpretado por Al Pacino en Scarface. Pero una respuesta más verdadera es que Miami Vice –la película– no sólo no tiene nada que ver con aquella serie o el recuerdo que se tiene de ella, que es casi lo mismo. Sino que no tiene nada que ver con una industria que filma películas como si el cine estuviese entre la última de sus prioridades. Una industria que ha abrazado la moda de las remakes porque así no hay que jugarse por nada, sólo preocuparse por hacerle llegar al público un espectáculo recalentado. Y que filma escenas de acción como si película y director fuesen intercambiables, como si todo fuese parte de un gran videojuego. Alcanzan dos o tres escenas de esta nueva Miami Vice –o de cualquier película de Mann, en realidad– para darse cuenta de que esto es otra cosa. Desde ese comienzo sin títulos ni respiro, Mann demuestra que el buen cine bien puede ser personal y a la vez espectáculo. Que la nostalgia tiene límite, pero la aventura no. Que su mundo supuestamente realista en realidad es profundamente idealista, al permitirse seguir peleando por su derecho a imaginar historias en las que poner toda su pasión, y gastar toda la chequera de sus jefes. Como pocos en el Hollywood actual, Michael Mann piensa que no tiene sentido hacer películas que no iría a ver como espectador. Es una suerte que aún haya héroes así.