miércoles, enero 24, 2007

clint talks





Clint no solo filma bien, sino escribe bien
habla bien
piensa bien

los años te dan calma, y sabiduria
aunque solo si llegas a esa edad habiendo hecho lo que te gusta, no transando tanto y teniendo una vision personal de las cosas. Hay tanto viejo de mierda, frustado, que llego a viejo sin nada. Eastwood no es uno de ellos.

Por Clint Eastwood

Estoy en un momento de mi vida en el que podría abandonarlo todo y dedicarme al golf, pero cada película que hago me enseña algo, y por eso es que sigo haciéndolas.

Al filmar estas dos películas sobre Iwo Jima, aprendí sobre la guerra y sobre los personajes, y, a los 76 años, aprendí mucho sobre mí...
...Yo era un adolescente cuando la Batalla de Iwo Jima se llevó a cabo. Recuerdo escuchar sobre la gira de los bonos y la necesidad de mantener el esfuerzo de la guerra. Por entonces, la gente acababa de atravesar diez años de depresión y estaban acostumbrados a trabajar por todo. Aún tengo la imagen de alguien llegando a mi casa cuando yo tenía 6 años, ofreciéndose a cortar y ordenar la leña en nuestro patio trasero si mi madre le hacía un sandwich...

...Pienso que cada celebridad, falsa o no, se pregunta cómo fue que llegó hasta ahí. Recuerdo cuando años atrás trabajé con Richard Burton y alguien le preguntó a qué atribuía su enorme suceso. El respondió: “Se lo atribuyo a la suerte”. Yo también me pregunto cómo es que llegué tan lejos en la vida. Cuando estaba creciendo, nunca supe qué quería ser. Nunca fui un estudiante terriblemente bueno, o una persona vivaz y extrovertida. Siempre fui un chico callado. Me crié en varias ciudades pequeñas y terminé en Oakland, California, en una escuela de intercambio. No quería ser actor, porque suponía que un actor tenía que tener cierto don de gentes, alguien que amase hablar y contar chistes, ser un animador. Y yo siempre fui muy introvertido. Creo que a mi madre le sorprendió que finalmente creciese, y más que llegase hasta donde estoy. Lo mejor que puedo hacer es citar una frase de mi película Los imperdonables, cuando un personaje dice: “Los merecimientos no tienen nada que ver con esto”.



La vida es una lección constante, y cuando uno piensa que se las sabe todas, es porque está a punto de decaer. Está listo para resbalar. Por eso es que decidí seguir desafiándome y probar cosas que nunca había hecho antes. Los estudios de cine no siempre están felices con eso. Cuando quise hacer Río Místico, el estudio dijo: “Ay, es una película tan oscura”. Y yo les respondí: “Bueno, es importante. Y es una buena historia”. Con la siguiente película, Millon Dollar Baby, dijeron: “¿Quién quiere ver una película sobre una chica que boxea?”. Y yo les expliqué: “En realidad es una historia de amor entre padre e hija. El boxeo es simplemente lo que está sucediendo”. No le tuvieron mucha fe.

Así que siempre hay obstáculos y gente con miedo a correr riesgos. Esa es la razón por la que siempre terminamos con remakes cinematográficas de viejas series de televisión. Pero ir a lo seguro es lo que termina siendo riesgoso, porque nada nuevo sale de ello. Encontré fascinante hacer Cartas desde Iwo Jima, inmerso en una cultura y un lenguaje diferentes. Es verdad, no entendía lo que los actores estaban diciendo. Pero todas esas películas italianas que hice en los ’60 me enseñaron que actuar es actuar.



Los actores en ambas películas fueron jóvenes buenos y dedicados. Para las escenas en las que iban a haber explosiones, hablaba de la seguridad, pero nunca ensayamos. Les decía: “Tengan cuidado. Vamos a filmar”. Después de una de sus escenas, uno de ellos me vino a hablar: “No sabía que una bomba iba a explotar justo ahí”. Asentí y agregué: “Y tu expresión fue de una sorpresa acorde”. Uno nunca sabe lo que va a pasar en una batalla, y quería capturar esa confusión.
En lo que se refiere a mí, me encanta estar detrás de cámara en vez de estar delante. ¿Si volveré a actuar? Nunca digas nunca. Me encanta hacer cosas que me permitan ir en otras direcciones. No estoy buscando que me sea fácil. Como los marines en Iwo Jima, comprendí que si uno realmente quiere algo, tiene que estar listo para pelear.
Se suponía que la Segunda Guerra Mundial era la guerra para terminar con todas las guerras, y cuando terminó todo el mundo bailaba en las calles. Pero unos pocos años después, estábamos en Corea. Y después en Vietnam. Ahora en Irak. ¿Quién sabe dónde podemos terminar? En este momento de la historia, es muy difícil sentirse idealista. Parecemos ser lo más creativos posibles imaginando formas de destruirnos los unos a los otros.
Pero siempre hay esperanza. Los soldados que izaron aquella bandera eran hombres comunes inmersos en una situación casi inimaginable. No dejo de sorprenderme cuando miro lo que esos jóvenes hicieron. Este es mi tributo a ellos.